miércoles, 5 de mayo de 2010

Me duelen los ojos de mirar sin verte...

"...tan guapa tú al marcharte y yo tan pijamero, con el pecho empapado y la nuca que arde, te guardaré el calor para cuando vuelvas..."

En el sudor acumulado a lo largo del día guardo la impaciencia de volver a encontrarte con la misma sensación que te dejé.
Dormí enredado en un cabecero que inventamos y en el tejado hubo palomas que, sin saberlo, nos cambiaron el agua del vaso por una dosis de miedo.
Hay unos gramos de mercurio que se despegan del resto para advertirnos de que habrá temperaturas inaguantables...tan poco soportables como quienes se prestan a posar en el reverso del tapiz sus oscuridades y sus ganas de querer oír lo que nunca querrían si supieran que existe...lo que nunca esperarían por no tener ni pistas...ojalá no lo fuercen...sería gracioso...
El desayuno me dió las fuerzas que la vida me pidió para poder estar cada mañana deseando no movernos de la cama.
Tengo las canas a flor de piel y una muy breve distensión muscular en los párpados que solo se me calma si estas cerca.

"...soy como un alfiler que se clava en cada poro de mi piel por comprobar si habrá más sangre que sudor...soy del lugar al que no vas porque buscabas en mis manos el calor y sin dudarlo es todo tuyo..."


(Titulo extraído de la canción "Ay, pena, penita, pena")

2 comentarios:

Tropiezos y trapecios dijo...

Maldito mercurio del termómetro que nos vuelve locos. Quien pudiera quedarse cinco minutos más en la cama cada día.

Mientras haya alguien en quien pensar los días se hacen siempre más llevaderos.

Un abrazo

Cuerpos a la deriva dijo...

He descubierto tu blog hace poco,y creéme que me alegro de haberlo hecho.
Un beso.