(Texto rescatado)
El aire huele a alcohol del que se sirve en los bares y me siento entre circense y espectador al contemplar y sentir que mis botas se quedan pegadas de una manera hermética a la suciedad acumulada en las baldosas de una cocina en la que aún permanece el olor a una comida que preparamos juntos.
Las flores han crecido en el suelo a lo largo de estos días…sin raíces…sin arena…sin la arena en la que escribiste un día mi nombre antes de que el agua salada llegara a rozarte los pies y se llevara consigo los recuerdos...y quien sabe si las velas se apagaron al son de tus risas...o de tus lagrimas...esas que brotan cuando estas a solas.
El mueble se ha quedado vacío de vasos...tendré que juntar mis manos y coger con ellas lo que me queda por beberme de ti...lo que seas capaz de abarcar con tus piernas...las que se enredan y me faltan cuando duermo en otras sabanas...cuando me arropan otras pieles...cuando otro humo se dibuja en círculos al salir de mi boca y son otros techos los que adoptan un tono amarillento que los hace mas viejos...menos cuidados...menos dispuestos...
...y me fumaré la hierba después de regarla…como siempre he hecho...mezclaré con mis manos el tabaco y lo demás…y cuando llegue la hora de prenderle fuego, caeré en la cuenta de que el broche final siempre lo pone mi saliva...
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