viernes, 18 de febrero de 2011

Tarde

Las primeras veces que suena el despertador son para mí como los amigos que dejaron de quererme...en su momento parecen importantes pero no me cuesta demasiado olvidarlas para seguir durmiendo...

Lavo mi cara y mis manos pero no desayuno porque me llevaría demasiado.

Me desespero cuando mi cepillo eléctrico se queda sin batería (sé que piensas que no tengo paciencia, pero si tienes uno de esos endiablados cepillos, seguro que me entiendes...)

Cuando me puse los pantalones me di cuenta de que esos no eran los que había elegido la noche anterior por lo que tuve que hacer una rapidísima y nueva selección del disfraz que me pondría hoy...

No me gusta llegar tarde a mis citas pero reconozco que es emocionante estar a merced de las situaciones que te puedan asaltar sin temor a una obsolescencia programada....eso me hace sentir vivo y me regala momentos que de otra forma no se darían....de hecho, si fuera de otra forma, me habría perdido tus besos...


(texto rescatado de las notas que escribo en el grupo de facebook)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy amanezco tranquilo mientras me arden los pies.
El olor a chamusquina sigue presente,
como los cabos primeros de guardia
y yo quiero correr(te) una vez más.
No será la última.
Amanezco tranquilo porque ya no soy dueño de nada,
sólo de la náusea y el onanismo,
y me arden los pies de huir, a veces,
y de desembarcar en tierra yerma otras.
No me duele nada salvo saber de la nada
a tus espaldas y vuelvo a mirar(te)
como un alumno nuevo en la última fila.
Amanezco tranquilo porque soy gilipollas,
Ya lo sé, ¿quién no lo es?
Ahora me ha dado por lavarme los dientes
como quien quisiera también borrarse la memoria…
y me sangran los recuerdos
mientras imagino un colutorio destilado en tus entrañas.
Ocho de cada diez dentistas lo recomendarían.
He vuelto a preguntar al tipo del espejo
que se mueve como yo
y el cabrón me dice que no existes,
que el pasado es sólo un cajón con fotos
y entradas de cine que no valen para nada.
(pero nunca se vacía)
Amanezco tranquilo porque me sé la película
aunque yo no la escriba.
Oigo a esa panda de guionistas cachondos
y sus risas tras la pared.
Frunzo el ceño y me rio.
Me suenan las escenas.
El amor tiene demasiadas notaciones al margen.
Amanezco tranquilo porque no me examino,
ni siquiera del gesto involuntario
de vivir(te) sin ti.
Y me arden los pies, eso sí,
porque el suelo que conforma tu no recuerdo
quema como el propio infierno en hora punta.
Pero vuelvo a mirar al tipo del espejo
y él también se ríe.
Quizá hoy llame a la puerta
otra rubia con un extintor en la mano.
Y la pituitaria volverá a ser la última
en darse cuenta de que todo es para siempre
pero nada es imprescindible.

P.

Anónimo dijo...

Esos amigos que te han olvidado...
uff.. Tu eres una de las pocas cosas que me quedan con la que algún día fue mi mejor amiga.
Gracias a ti aun araño su recuerdo.
Algún día tendre valor y me acercare, de momento solo tengo miedo de cruzarmela por los andenes de este desgastado Madrid, que pena no saber tocar la guitarra porque sería una buena canción.
Gracias por llenarme de tu arte.
Ayre.